martes, 22 de marzo de 2011

Disfrutables a cualquier edad

Pues sí. En conclusión:

El yogurcito prieto de hoy


es el madurazo compacto de mañana


¡Habrá que mimar a los jóvenes, digo yo!

lunes, 21 de marzo de 2011

O no... Espera... ¿no me gustan los jóvenes?

Porque si no me gustan... ¿por qué tengo unas ganas irrefrenables de sentarme encima de este chaval y, deslizando su polla dentro de mi culo, cabalgarlo frenéticamente mientras lanzo alaridos inconexos?


Decididamente, el vello. Hairy4ever. Es maravilloso cómo el vello le genera patrones de absoluta lujuria en vientre, pecho y axilas. Nunca subestimes el poder de un sobaco.

Aun así... esa cara y esa sonrisa de beef cake americano... ¿no deberían echarme de espaldas? Pues sí, aunque al mismo tiempo ese peinado de rizos antiguos, rematado en un caracolillo, me parece de un trasnochado muy sexy.

Y no me quiero olvidar de ese MUSLAZO. Y los bíceps.

Pero claro, los músculos no lo son todo. A mi, de hecho, me han gustado siempre osos. Osazos. Pero entonces... ¿por qué esta necesidad apremiante de quedarme totalmente seco con este chico? De desgastar mi lengua contra su cuerpo y en reducir mi próstata a una chufa después de incontables descargas...


Podría tener mi edad, creo. Seguro que el vello influye, porque además la barba siempre hace un poco mayor a la gente. Pero asi viendo la foto llego a la conclusión que un pie ofrecido de modo tan indolente es una puta trampa mortal.

Lo jodido es que también me he hecho varias pajas con este tío:


Visto por la calle no le haría ni caso. En cualquier blog no detendría la rueda de mi ratón para mirarlo dos veces. Diré más: lo que frenó el scroll fue el horrible sofá. Pero por eso mismo me atrapó una pierna rosada, de pelusa pelirroja. Oh, cielos. También un pie, que queda en una posición extremedamente atractiva ante mis ojos.

De ahí pasas a admirar una composición barroca llena de diagonales, en las que el cuerpo del mozo se muestra como algo compacto de los hombros a la rodilla pero, al mismo tiempo, lleno de fuerza. Mi esfínter se hace aguas, pero mi necesidad de pasivo desborda ante la visión de ese enorme glande. La piel seca de ese capullo haría un gran papel frotando las paredes húmedas de mi recto.

Entonces... ¿me gustan jóvenes? ¿O soy un salido que ya no atina?

miércoles, 16 de marzo de 2011

El té de las cinco

Los mamones integrales gozamos jugando con los cojones de nuestros amantes. Nuestras insaciables bocas desean llenarse también de esas bolsas quehan dado incluso nombre a una actividad sexual: tea bag.


Una de esas fotos perfectas hasta en el último detalle: las arrugas del glande, la barba y bigote del mamón, su cráneo afeitado, la barriga del mamado...

Lo de meterse los cojones de un tío en la boca, enteros y a pares, es pura voracidad. Una hipérbole análoga al fist fucking. Ganas de forzar el límite de un modo que nos excita en sí mismo. Incluso si los huevos son pequeños, hay un sentimiento de logro delicioso. Confío en que el gustito proporcionado sea por lo menos comparable.

Por otro lado, los testículos no dejan de ser la zona más frágil de nuestra anatomía. Un golpe mal dado y podemos arruinar no ya el acto sexual concreto sino incluso la vida entera del otro. Disponer de ellos es un acto de importante intimidad y confianza.



Por eso, cuando la cosa se pone violenta, hay un plus de morbo. El tea bag no lo es todo: a mí por ejemplo me encanta succionar el escroto. Estirar el pellejo y hacer bailar el testículo. Sacudir al otro desde lo más hondo. Tiene su arte, porque con la erección todo el conjunto tiende a hacer piña y replegarse contra la base del pene. Los cojones se ponen pequeños y duros y ya no son tan disfrutables.

En mi experiencia encontré sinergias interesantes con una actividad que, casualmente, es adorada por osos y/o maduros: el face sitting.


Esta es, posiblemente, una de las prácticas más infraexplotadas que existe. Por lo menos en mi experiencia. Al final he acabado asociándola con viejos orcos que confunden ejercer su autoridad con expresar una desidia totalmente inaceptable en un encuentro sexual. Pero eso es materia para otra entrada...



miércoles, 9 de marzo de 2011

"Hola, chaval"

  
"...que estaba aquí en la piscina de este hotel de todoincluído ojeando el panorama ahora que la parienta está de siesta y no he podido evitar fijarme en ti, mozo. Sobre todo porque he notado que tú también me has echado alguna que otra miradita. Y me he dicho, calla, voy a lanzarme y decirle algo a este chico que a lo mejor se queda cortado por mi aspecto de señor repeinado y pulcro.

Verás, a mi me ponen súper caliente los zagales como tú. Jovencitos y con las carnes apretadas. Se te adivina buena polla. Y eso es lo que busco, que estoy harto de darle polla a mi mujer. Si quieres te la como todo el tiempo que quieras. Si no aguantas da igual. Me volvería loco que te corrieras en mi pecho peludo, ¿te hace? 

Si no te corres no pasa nada. Mejor. Porque para pringarme prefiero que me mees de la cabeza a los pies. Es una manía que tengo. Sólo esa. Bueno y que me muerdas los pezones. Pero eso ya cuando me vayas a follar. Porque me la clavas tú, ¿vale? Con mi mujer ya la follo yo. Si voy con chicos es porque pueden usar la polla que ella no tiene. Entonces me la clavas bien fuerte, ¿sí? Hasta los cojones, que seguro que tienes unos cojones estupendos. No te preocupes porque yo tengo aguante y puedo con unas embestidas fuertes. De chaval joven como tú. Que seguro que tienes energía de sobras y vas muy salido, ¿a que sí?

Entonces, ¿qué me dices?"

lunes, 7 de marzo de 2011

Viejos conocidos

Sir Daddy
Aparición estelar: Hijos de Albión

Abuso un poco más de la gentileza de norMANdos para ampliar el mito de un modelo que escogí para describir cierto tipo de inglesito que me pone a mil. Aunque viendo los atuendos y actitudes seguramente haya destruido el mito más que engrandecerlo...

Empezaremos por las fotos normales:


Me gusta sobremanera ese pecho. Estaría horas cascándomela como un mono ante esta belleza. Y los pezones son, simplemente, maravillosos. También está el factor "cara de guiri", aunque eso sale especialmente favorecido en la siguiente foto:



Independientemente de lo guapo que sea, que eso es más objetivo, me fascina la intensidad de la mirada. O no. Porque cuanto más le miro a los ojos más me da la sensación de que se quedó dormido con los ojos abiertos mirando a la cámara. Por eso consigue esa serenidad en una pose extraña. Decididamente, no es cara de leñador.

Me vuelve loco su cabecita medio calva, con ese pelo blanco que le acentúan la cejas. Es encantador el modo en que los hombres de pelo claro se vuelven canos.

Lo del reloj metálico es un guiño a mi hermano Conrado, como el del otro día. Para que sepa que sigo acordándome de él.

Para terminar, un par de fotos. Me abstengo de comentar en profundidad. Sólo decir que sí, también me he masturbado con ellas. Yo confieso.


sábado, 5 de marzo de 2011

Memorias con Adriano

Adriano Márquez fue mi primera obsesión pornográfica. Él era la estrella de la primera revista porno que cayó en mis manos. Hasta ese momento mis recursos estaban limitados a mi imaginación, que buscaba alimento en situaciones cotidianas libres de toda connotación sexual (vecinos, profesores, anónimos de la calle). Pero de la mano de Adriano descubrí un universo nuevo de provocaciones explícitas. Recuerdo haberme masturbado infinitas veces ante esta fotografía:


Es increíble cómo, en ese momento, el simple hecho de ver el pene de otro hombre de este modo tan directo me transportaba a otra dimensión. Se producía una de esas situaciones que he descrito alguna vez de: "¿Soy yo viendo esto de verdad?". Obviamente, la responder afirmativamente a la cuestión uno también está afirmando su condición sexual. En un ambiente libre de traumas, dos más dos suman cuatro: si verle la polla a Adriano te excita, es que eres homosexual. Como mínimo.

Con el tiempo me desmarqué radicalmente de este arquetipo de chulo. Notará el lector que Adriano no tiene un sólo pelo en el cuerpo y el que tiene, se lo recorta. Pero si el lector es fiel identificará factores que hacen que el hombre me pierda: perilla, entradas y unas manos preciosas. Bueno, y el estampado de leopardo, que le da ese aire cutre que tanto  me mola.



Echando la vista atrás me sigue sorprendiendo la inocencia de aquellos tiempos. Una parte importanto del efecto turbador que el porno tenía en mí en aquella época nacía del hecho de poder contemplar cuerpos "acabados". Desde mi perspectiva de adolescente a medio hacer, encontrarme con cuerpos rotundos como éste eran casi una revelación de lo que yo mismo podía llegar a ser. Los chicos que tienen ahora la edad que yo tenía cuando descubrí a Adriano ya están hartos de comerse pollas por todos los agujeros, claro. Son otros tiempos.

Siguiendo la trayectoria de Adriano descubrí muchas cosas sobre mí mismo. Por ejemplo, que una buena perilla potencia el atractivo de cualquier macho:



También, que el ojo del culo de un tío era material de alto interés erótico:


 Es más: me enamoró el hecho de que Adriano fuera un pasivo excepcional en sus pelis, teniendo como tiene esa pinta de macho redomado. Tiene una escena que es una delicia camp en la que hace de macho latino, con sus cadenas y su bigotillo, y acaba enculado ante la pasmada mirada de su novia. Más tarde llegarían escenas mucho más plásticas en las que un Adriano con barba es follado por Francesco D'Macho. Todo lleno de brillos y filtro de lente que tiene el porno comercial americano.

Así es Adriano. Tanto te hace un posado en la playa que ni Ana Obregón, como se deja meter profilácticamente un puño.


Durante mucho tiempo le perdí la pista a Adriano. Era como un ex del que guardas muy buen recuerdo. Esos con los que acabas follando irremediablemente cuando te los encuentras por casualidad. Yo me daba más al tema oso y a los tíos de carne y hueso. Donde haya un rabo de verdad que se quita uno impreso en un papel.

Pero Internet y el porno fácil me trajeron a Adriano de vuelta. Lo mejor es que ahora es madurito de verdad. Bueno, está en los 40. Y al repertorio clásico ha añadido mayor aplomo y, sobre todo, canas. Muchas canas.

Y un puro.


viernes, 4 de marzo de 2011

Cara de guiri


Hacía tiempo que no repasaba lo mucho que me ponen los tipos con aspecto de ponerse tibios a pintas.



O de ir de vacaciones a Majorca e ir en pelotas todo el día por el simple hecho de poder. De no pillar una neumonía por culpa de un clima borde.

Aunque el señor de arriba en concreto tiene un pechito que hace que puede tener cara de lo que quiera, que en el fondo me da igual.


Este último tiene más bien cara de tonto. Pero será la foto. Está fofete de un modo que no tiene gracia y tiene micropene. Realmente, si no es por la cara de guiri seguramente ni le haría caso. De todos modos, estoy seguro que mi hermano Conrado me ayuda al verlo con las chanclas puestas...

miércoles, 2 de marzo de 2011

Comentarios antológicos: Hairy4ever acerca de las mamadas

He mencionado más de una vez lo muchísimo que aprecio los comentarios en este blog. Pues Hairy4ever me he regalado uno de los más devastadores comentarios que he tenido ocasión de recibir. Por pudor, el hombre quiso remitirlo en privado. Pero creo que merece estar expuesto al público para seguir con el debate.

¡Disfrutadlo!

Hairy4cock!

Después del esperado –pero no por ello menos bienvenido- calentón que me provoca siempre la conjunción de tus textos e imágenes, mi primitiva –por calenturienta- reacción ha sido la de estar totalmente de acuerdo contigo. Pero, a medida que la erección iba en descenso, mi mente dejaba, a su vez, de estar obnubilada. Salía el animal y volvía la pseudo-persona. Y hete aquí que, despejándose el cerebro y recobrando el raciocinio, empiezan las disensiones. Sí, en plural pero, siempre, en positivo.

La primera –que, si no te importa, abordaré al final- no hace falta estirar el hilo como si el asunto fuese un chicle barato que no diese más de sí: el tema es tan largo como un cable coaxial de fibra óptica que una Tokio con Los Ángeles.

La segunda, que ataco primero, es la inversión de roles. A priori, puede parece que el felado, por excepción, adopta el papel de pasivo. Pero, pensando en las experiencias vividas, nada más lejos, según y cómo se mire. La primera imagen que nos viene a la mente es la de un tio, empalmado, patiabierto, inmóvil, estatuario, pétreo, ausente y dejándose chupar como si entre las piernas llevase una paleta de caramelo de mármol y el rostro granítico, cual si jugase la final Mundial del Texas Holdem en las Vegas. Eso en el porno, puede, vale, de acuerdo. En la vida real, ni hablar.

Cierto que cada vez más felados adoptan tal postura –estúpidamente mimética de lo mucho visto en los Pornotubes de turno- pero un buen felado puede y debe ser activo. Verbigracia: las buenas parejas de baile pueden no tener vínculo personal alguno; pero, en cambio, a la hora de danzar, se complementan de tal manera que provocan el pasmo admirativo de todos los presentes, arrancando ovaciones en cada devaneo. Porque saben, por instinto, lo que cada uno debe hacer para alcanzar la perfección. En las felaciones, lo mismo: un buen tándem felador/felado debe llegar hasta tal punto de compenetración que, verles, sea pura sinfonía. Es decir, a la hora de felar, su sincronización, su ritmo, su tempus les hace ser uno solo. Polla y boca. Cuerpo y mente. Carne y uña. Si no, son dos tipos que van, cada uno, pegando tiros por su cuenta. Eso lo hemos hecho todos, más o menos, en cualquier arrebato de calentón que nos ha llevado derechitos a toda prisa a un cine, una sauna, un parque o cualquier otra zona de “Fast Sex” a exorcizar el demonio espérmatico que todo salido lleva en sus cojones. Pero eso es como los burgers: felatio/basura.

Si buscamos la tan en boga “excelencia” a nivel felatricio, el felado debe contribuir. ¿Cómo? De mil maneras. Tu ya apuntas unas cuantas: esas manos que tocan al felador deben transmitirle, en silencio, sólo con el tacto, el grado de intensidad, satisfacción, en definitiva, el placer que el felado está sintiendo. Como un sismógrafo: segundo a segundo. Si la felación se produce con el felado de pie y el felador hincado de bruces, las manos del primero son fun-da-men-ta-les. El felador sólo recibirá de éste el contacto de la polla en su boca y de sus manos. Nada más y nada menos. Así que el felado debe aplicarse a transmitirle, con las yemas de los dedos, con las palmas de las manos, ese mensaje-porno-morse que al felador le indique el estado de situación.

Y el felador lo necesita ¿porqué y para qué? Pues, entre muchas otras cosas –seguimos fuera del Fast Sex- para evitar la cosificación. Porque si no, el felador se puede identificar perfectamente con el agujero de una papelera, del que solo se espera que sea del diámetro suficiente para que se trague la basura que le encestemos, cual Paul Gasol de las eyaculadas.

Si la felatio se desarrolla con el felado tumbado o sentado, ahí intervienen más gestos, más tactos. Otro ejemplo: que el felador, en plena faena, note cómo los muslos del felado se van cerrando a su alrededor, atrapando sus mejillas –si el felador es del tipo “orejas desabrochadas” con más motivo aún- y que ese aprisionamiento se haga también con su ritmo, su tempus, porque el felador sentirá ese calor de los muslos, el tacto del vello; notará como las carnes del felado, con el interior de sus muslosrodeándole, le amortiguará e incluso privará del sentido del oído, con lo que el felador podrá llegar a oírse el zumbido de su propio riego sanguíneo palpitando a toda velocidad. Se sentirá, “abrazado” muslonamente por el felado, envuelto en los efluvios de sus sudores y si éste es suficientemente hábil, conjugará dicho cepo con, pongamos, un recorrido con los dedos por la base de la nuca del felador, allí dónde convergen los nervios espinales antes de entrar en el cerebro, vía bulbo raquídeo. Ésa zona –tan poco trabajada- es uno de los centros nerviosos más importantes de cualquier animal. Tanto que, en tauromaquia, es donde se da la “puntilla de gracia”; que, aquí, sería el remate sexual. Si el felado lo hace bien, verá toda la espalda del mamador erizarse por el inmenso placer con el que están siendo correspondidas sus dotes de tragasables.

Y si lo hace aún mejor, aprovechará que tiene al felador en cuclillas para, con la yema del dedo gordo del pie, acariciarle el esfinter, para que el felador sepa que, si gusta, puede darse gusto –valga el requiebro- sentándose poco a poco sobre ese dedo hasta que su ano lo atrape y engulla.

Bueno, quedando como quedan variantes como el 2X1 en doble vertiene “donde come uno, comen dos” o “a mi me daban dos a comer” –cada uno de ellos, todo un tema en si mismo- podría extenderme “ad infinitum” –que verborragia no me falta- pero sirva este par de apuntes para finalizar con la primera disensión: el tema es tan largo, vasto e interesante que si bien no podemos descuidar “cómo comemos”, queda –¡y mucho!- por hablar de “qué nos comemos”. Cierto que en el primer post sobre el tema se habló de tamaños y formas, pero quedan razas, colores y texturas higienes… y sus carencias; mitos, fantasías y realidades indisolublemente asociadas a las distintas peculiaridades de la raza humana. Como también quedan los topicazos, vía “descubrimientos”: bajarle la cremallera a un albañil nos presupone unos gayumbos sudorosos y una polla con requesón caducado; mientras que si lo hacemos con un banquero, los interiores serán inmaculados y el capullo lavado con Norit. Pues la realidad desmonta una y mil veces la hipótesis. Hay obreros cuyo interior es más pulcro que una patena y financieros trajeadísimos que llevan sus honduras a tal extremo de suciedad que son todo un catálogo de escatología andante.

Y no hablo por hablar: tiempo ha, en la red había un blog de un banquero francés que exhibía con todo lo lujo de detalles los slips eyaculados, día tras día, trallazo sobre trallazo, que se ponía para ir a trabajar. Se retaba a sí mismo a ver cuántos lechazos y días seguidos era capaz de llevar encima sin levantar sospechas olfativas entre sus compañeros de trabajo. Llegó a publicar hasta fotos de su despacho en plena Défense –el Manhattan de París- exhibiendo sus acartonados calzoncillos bajo su impoluto Armani. Ah, y su audiencia de seguidores era monumental.


martes, 1 de marzo de 2011

Goliath sodomizando a David

Esta fue la constante durante buena parte de mis veintitantos:


Creo que esta foto expresa mejor de lo que soy capaz de explicar mi fascinación temprana por los osos.

Dentro del juego de opuestos que es follar con maduros a los 18 años se incluye este tipo de extremismos físicos: una barriga más grande y dura que mis nalgas; la blancura de mi piel de efebo contrastando con el burdo pelaje del otro. El hombre convertido en oso y, por tanto, provisto de una cualidad animal para el sexo. En aquella época no concebía un hombre pasivo: quería que me follaran a lo bestia; que me procesaran en una trituradora de miembros endurecidos y pelos rasposos.

Nunca he tenido ocasión de hablarlo con ningún oso. Pero sospecho que esta misma pulsión bruta subyace en la fascinación de un oso maduro por el culo de un chaser joven. Las ganas de usarlo, de romperlo. Pero al mismo tiempo de mimarlo y quererlo. Porque si no, ya me diréis qué hace el bruto de la foto con su mano derecha. Marca, pero no empuja. Para eso ya tiene esa panza de curvas perfectas.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...