sábado, 27 de noviembre de 2010

Mishima y yo

Hoy cierro el círculo obsesivo con la figura de Yukio Mishima. Decía al principio de todo esto que la identificación con este escritor japonés ha ido creciendo a lo largo de los años. Nuestra relación ha sido gradual: primero llegó su foto, luego vino su obra y, mucho tiempo después y ya en una edad más adulta, he ido descubriendo su biografía.
Me resulta casi sobrenatural el hecho de habérmelo ido encontrando periódicamente. Incluso en momentos en los que mi atención estaba puesta en otros iconos o temas. Mishima siempre ha acabado asomando por ahí.

Culpa suya es mi interés por lo nipón. Estirar del hilo de su obra significó leer a autores relacionados, como su mentor Yasunari Kawabata. Otro loco que se suicidó. Eso sí, después de ganar un Nobel de literatura. Para mí fue inevitable empezar a bucear en la cultura japonesa, después de zambullirme en un ambiente tan extraño y lleno de morbo.
La obra de Mishima me resulta especialmente emotiva. Ya os puse de ejemplo sus narraciones sobre homosexualidades latentes. Yo no he necesitado una máscara, afortunadamente. Pero el despertar sexual es algo que todos hemos hecho solos. Aunque buscáramos compañía a los cinco minutos.

Mi identificación con esa escena es abrumadoramente literal. Fui educado en un ambiente muy religioso. Católico. Los primeros torsos desnudos que vi fueron los de los mártires. Los Cristos crucificados. Un imaginario de poderoso contenido dramático. Que apela directamente a las emociones, lo atávico que llevamos dentro. Sé perfectamente que esas imágenes te colocan en un estado anímico y mental especial. En aquel momento, la fe envolvía esas imágenes con un manto protector. Aún hoy, me resisto a convertirme en un iconoclasta pajillero. Pero reconozco el poder de esas figuras. Incluso antes de saber que San Sebastián es poco menos que el patrón de los gays, yo ya sentía fascinación por él. Por las figuras contorsionadas del Barroco. Por sus cuerpos decadentes y apaleados.
De ahí que Mishima exacerbe mis pulsiones sadomasoquistas: físico poderoso y actitud de tirano. Militar. Fascinado por el dolor y la muerte. Con un imaginario presidido por espadas afiladas y puntas de flecha. Nostálgico de un tiempo donde los hombres daban la vida por su señor. Nacido en un país donde los ritos basados en la jerarquía se expresan en algo tan cotidiano como el saludar. Homosexual trágico. Congelado para la eternidad en unos suficientemente maduros 45 años.

Lo mejor de los mitos es que puedes reunirte con ellos cuando quieres. Tomando alguna de sus obras entre las manos. Viendo alguna de sus películas. Compartiendo tus confesiones sin máscara con el mundo. Al fin y al cabo, estas entradas a tumba abierta me acercan un poco más a él. Salvando, claro, el abismo de distancia.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Mishima, 40 años después

Yukio Mishima era un loco. Una de esas criaturas con un destino claramente marcado incluso antes de nacer. Y una vida que ya está escrita no puede ser menos que impresionante. Dramática. Llena de fuerza hasta en las anécdotas. Mishima se lanzó con delirio a representar el papel que le había tocado. Vaya si lo bordó.

Su infancia estuvo marcada por una abuela tirana, violenta y medio loca. Al niño Mishima le enseñaron a golpes que había nacido para ser un príncipe guerrero. Honorable descendiente de una saga de samuráis. La consecuencia lógica de esta educación es un adulto fascinado por la violencia y que venera la figura del Emperador. Yendo un paso más allá tenemos a un ultranacionalista radical, de quijotescas aspiraciones de gloria. Al que, por desgracia, le ha tocado vivir el momento más humillante de la historia japonesa: la derrota en la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de facto del ejército norteamericano.

El frenesí interior de Mishima desbordaba de un modo tan poderoso que llegó a transformarlo físicamente. El fervor y fanatismo de un niño debilucho y escuálido lo llevaron a ser un hombre de físico exultante. Furioso. Pura encarnación del vibrante delirio en el que vivía.


La mayoría de fotos de Mishima desprenden una fogosidad vital arrebatadora. Su narcisismo no tenía límite. Su idealismo político, menos. La ira ante la decadencia moral y social de su Imperio era infinita. También su pena.

Sus planteamientos ideológicos, despojados de idealismos románticos, eran los de un monstruo. Por eso sorprende que, en sus múltiples contradicciones, Mishima mostrara una sensibilidad extrema. La mayoría de sus obras son descarnadas autobiografías maquilladas.

A los 24 escribió “Memorias de una máscara”. Os dejo un enlace a un blog con un fragmento de la novela. Es una muñeca rusa: los lectores fascinados ante la fascinación de un personaje de ficción que canaliza la fascinación de un escritor.

Que alguien se atreva a decir que no se siente identificado con esta escena. Que no ha recordado su propio despertar sexual. A veces, con los estímulos más inesperados. Estudiar el propio glande con curiosidad extrema. Admirar el semen derramado como algo ajeno. Nuevo. Símbolo de un algo aún confuso e incontrolable.

Pero Mishima, cómo no, tenía que ir más allá. Ser un perturbado parece inherente a los genios. Y cuánta perturbación produce la represión sexual. Cuánto arte ha generado la castración social de un artista con una sexualidad torturada. A veces pienso que si nuestra generación produce Lady Gagas en vez de Dalís es por culpa de la liberación (homo)sexual. Lo hemos banalizado todo: el Eros y el Thanatos. Nos mató la desidia.

El caso es que el mito de San Sebastián es de una identificación tan brutal con la figura de Mishima que resulta hasta dolorosa. Trágica. De un patetismo que abarca toda las connotaciones del término.

Ponle un San Sebastián delante a un maricón y verá a un chulazo siendo penetrado por todos los sitios imaginables, alcanzando un éxtasis que mezcla dolor y placer. Pónselo delante a Mishima y acabará haciéndose retratos de esta guisa:


De hecho, Mishima terminó sus días siendo mártir. Desgarrando sus entrañas y esparciendo sus tripas por el suelo. Se inventó una última carga contra sus molinos de viento para darle mayor empaque dramático a su final. La suya fue la muerte teatral del héroe que perece en una última carga heroica.

La dramaturgia del acto fue ampliamente superada por la realidad: el amante de Mishima, encargado de decapitarlo y darle la liberación definitiva, falló. Hasta tres veces le negó una salida honorable. El fracaso hizo que él terminara con su vida y cruzara el umbral junto a Mishima.

De esto hace hoy exactamente 40 años. Si Yukio Mishima no hubiera existido nunca, el niño Kimitake Hiraoke podría ser ahora un venerable anciano de 85 años. Con sus éxitos y sus fracasos en la vida, pero fundamentalmente gris. Pero Mishima sabía desde muy pequeño que iba a morir joven. Sin dejar que su cuerpo entrara en decadencia. Inmolándose en un estallido mediático que alumbraría generaciones posteriores. 

sábado, 20 de noviembre de 2010

Hijos de Albión

Me ponen los hijos de la Gran Bretaña. Todos en general, pero hay cierto fenotipo que me vuelve loco:
Como tengo poco trato con este tipo de personajes importados del norte, nunca he tenido ocasión de comprobar si estos rasgos característicos y esta tez rosada son propios de cierta raza en concreto. Es como cuando digo que me ponen los japoneses y, en mi ignorancia, acabo masturbándome con fotos de chinos, filipinos o incluso latinos.

Esto es como todo: al final puede más la fantasía. Y los ingleses (por abreviar, no se me ofendan galeses, escoceses, irlandeses y demás) dan mucho juego.

Sir Daddy

Tenemos al británico afable y refinado. El gentleman. El mentor. Impecable en sus modales y en su vestir. Traje. Corbata. Zapatos relucientes. Culto y conversador.

Pero yo soy de los que piensa que Higgins se le acabó metiendo a la Doolittle, deliciously low y horribly dirty como era la muy zorraca. No en vano, el término "disciplina inglesa" evoca profesores viciosos y con una vena sádica importante.


Pig Daddy

En el lado blue collar tenemos al cerdo de zona industrial. La tez rosada de este se debe más probablemente a su alcoholismo socializado. Saldrá del pub a gatas, pero no descansará hasta ponerte a ti de cuatro patas para petarte bien el culo. Su concepto de disciplina inglesa es menos refinado: directamente te muele a palos en cualquier momento de fervor etílico. Cabe decir que seguramente le recuerdes a su esposa. Tanto como cuando se corra en tu recto como cuando te hostie.
Por supuesto, cualquier punto medio del espectro es posible. De hecho, con un británico nunca puedes estar seguro de nada. Me excitan las contradicciones y las paradojas. Y una sociedad como la británica está llena de ellas. Como la japonesa: tanta formalidad aparente esconde algo muy sucio y húmedo. Me encanta.

Ahora caigo, de hecho, que mi querencia por los pelirrojos puede ser una parafilia derivada de ésta. No sé. Casi estoy llevando mi autoanalísis muy lejos.

Lo que sí es cierto es mi fetichismo hacia este tipo de rasgos. Sólo así se explica que me inflamen por igual hombres entrados en años y yogurines.
25 años y ni un pelo en el cuerpo. Pero ojalá lo pillara saliendo del pub.
God Save the Queen

viernes, 19 de noviembre de 2010

Viejos conocidos

El biberón que fascinó a Albert 
Aparición estelar: Motivo #163 por el que me vuelven loco los calvos

De hecho a quien usé para ilustrar mi post fue al calvo que se pone las botas con el semen del otro. Pero un amable lector y comentarista, Albert, me hizo ver que el eyaculador no era moco de pavo. Y esta foto lo demuestra sobradamente.


Desde cualquier ángulo
Aparición estelar: Contrapicado

De frente me provoca las mismas sensaciones.




"El tetas"
Aparición estelar: Los machos son calvos

Se parezca o no al seleccionador nacional, lo cierto es que me lo follaba durante 90 minutos más prórrogas y penalties.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Primer aniversario

Inevitable post, tras caer en la cuenta que empecé a publicar posts en noviembre del año pasado. Si me hubiera pillado en una época más productiva posiblemente no habría dedicado al asunto ni dos palabras. Me mata la curiosidad por saber cuál ha sido vuestra entrada favorita, la historia que más os ha impactado o la foto con la que más os habéis pajeado. Pero no soy de este tipo de chicos. Los autohomenajes me los hago con mis juguetes de látex y un poco de lubricante.

De todos modos, este mes está siendo complicado. Apenas guardo posts en la recámara. Los que hay son gracias al arrebato en honor de Mishima que me dio hace un par de semanas. Ya irán apareciendo a su debido tiempo. Pero todo esto hace que esté más pensativo y meláncolico de lo normal.

No estoy en dique seco, precisamente. Apenas he contado la décima parte de cosas que se me agolpan en la cabeza cuando decido crear una nueva entrada. Al contrario, parece que estoy tan desbordado de material que me veo bloqueado. 

Me superan muchas cosas. El blog es un cuarto oscuro: encuentros esporádicos e incontrolados con otros depravados como tú. Con alguno, de vez en cuando, surge alguna chispa que hace que la relación continúe fuera. Pero por mucho café que tomes con esta gente estupenda, vuelves a meterte en el cuarto oscuro con ese estado de ánimo particular del depredador. Y vuelves a estar vacío tras el orgasmo, con la sensación de que puedes llegar a algo más, quizá en algún otro lado.

Aunque la metáfora no es muy acertada. El cuarto no es oscuro, precisamente. Está muy bien iluminado. Expuesto. Es un maldito escaparate. Pongo fotos de otros hombres desnudos, pero el que realmente se desnuda soy yo. Además, todo está escrito. Archivado, etiquetado y rasteable con potentes motores de búsqueda. No son confesiones de borrachera que se lleven el tiempo y la sobriedad.

Pero mi intención, hace un año, tampoco era que esto fuera un blog de fotos. En eso hay muchos otros y mucho mejores que yo. Halladores incansables de imágenes poderosas. Tanto, que han generado a su alrededor tertulias que crean comunidad. 

Lo irónico es que creo que me preocupo de más. Y contradictoriamente. Creo que os he contado demasiado pero, al mismo tiempo, maldigo que la estructura del blog me fuerce a contaros historias fragmentadas. No quiero conoceros después de que sepáis tanto de mi pero, al mismo tiempo, quiero follar con todos y cada uno de vosotros.
En fin. Que es mi cumpleaños. Espero poderos dar fiesta por mucho tiempo más.

martes, 2 de noviembre de 2010

Johnny Gunn: cuando es malo, es peor

Los problemas con Johnny llegan cuando le hacen ser malote. Pero no tengo problemas con él, sino con el género donde se mete. Yo soy directo y claro. Si el tema es romántico, me encanta el pasteleo y me derrito con los cariñitos. Pero si el rollo es SM, lo quiero bruto y descarnado. 

Hot House mezcla conceptos. Y eso sólo es bueno como incitador al morbo. No en vano llevo tres entradas relamiéndome con uno de sus modelos. Pero todas estas escenas se quedan en una plástica de plástico que pueden llamar mi atención y encenderme. Luego toca mantener la llama. 

Sanctuary II es una peli de muñequitos leatherones sin interés, bendecidos por la presencia de Johnny Gunn. Para que os hagáis una idea del nivel, le ponen un arnés de cuero al chico y hacen que se folle a un pavo con estrellitas tatuadas por todo el brazo. Un motivo extremadamente salvaje y de un rollo masoca al límite.
De todos modos, debo decir que el arnés no le siente mal a nuestro Johnny. Tampoco la barba y el pendiente negro, que recuerda a los dilatadores que sí llevan los cerdacos de verdad. Realmente, es el que queda más propio en toda esta pantomima.

Lo de hacerle mamar polla al perro desde dentro de la jaula es un truco de efectismo manido. Pero ahí está. Quizá en otro contexto lo hubiera gozado más.

Menos mal que hay detalles de genio de los que estremecen. En un sólo gesto este tipo es capaz de contrarrestar la ridícula constelación de su partenaire y calentarme como un sol implacable:


Para los vagos del click:
¡Oh, Dios, esa mano! ¿De dónde viene esa mano? ¿Dónde irá justo después? 

Supongo que aún estará disponible la galería entera aquí.

Johnny también ha tenido un escarceo SM light con Mustang, la productora filial de Falcon especializada en hombres curtidos. De nuevo, se trata de una película porno más cerca de un videoclip de Madonna que del sadomaso.

Decorado deshonroso y sumisos de puro adorno.
Irónicamente, la película se llama "Darkroom"

Torso aceitado y lampiño. ¡Esto no es "Quo Vadis"!
Sospecho que Falcon fichó a Johnny para protagonizar una escena concreta. Una escena que preside mis noches de insomnio y me presupuesto de kleenex del mes. Una escena que, tramposamente, encabeza el video del trailer de la peli, que puedes ver aquí

Una escena donde Johnny se calza dos pollas. Culminación de la voracidad de este magnífico ejemplar de guarro.
 
Otro gran detalle: tiene un perfil perfecto.
Termino este repaso por escenas que no me gustan, pero que reproduzco a alta resolución, con "Skuff 4". Esto es lo más cerca que ha estado Johnny del SM de verdad. Para no restarle potencia a la idea, colgaré una sola foto. Ya sabéis que, con suerte, el enlace a la galería completa seguirá funcionando.


No me extraña que saque su cara de mamón en todo su esplendor. Después de una buena azotaina, rematada con un plug clavado bien hondo, te quedan claras dos cosas: 1) que quien manda es el otro y 2) que necesitas polla con desesperación.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Mishima: mi espectro favorito

La fascinación que siento por Yukio Mishima ha ido en aumento a lo largo del tiempo. Según iba recogiendo nuevos datos biográficos. Con cada libro suyo que leía o releía. Cada vez que descubría en mi propia vida un eco de la de este hombre trágico y grandioso.

En mi preadolescencia de niño debilucho y empollón pasaba ratos muertos hojeando la enciclopedia de casa. Es otra confesión al estilo de las de este blog. No me atrevo a comentar en una reunión social que me gusta que me follen. Tampoco a contar que pasaba tardes enteras bajo la mesa del comedor leyendo una Larousse a color. Bendito anonimato de la red.

Ese libro fue una puerta al mundo exterior. Un entrañable sendero complicado y pedregoso que en nada se parece a las autopistas de la información de hoy. Se nota que me hago mayor porque convierto viejos recuerdos en historias de Michael Ende. El caso es que en esas páginas obtuve rotundos mazazos de realidad. Por ejemplo: la ilustración de “Anatomía” era una foto en blanco y negro de un culturista completamente desnudo. Del mismo modo, la entrada “Yukio Mishima” estaba ilustrada con esta misma fotografía:


Mi mente infantil se cortocircuitó ante la energía que desprende la imagen. Obviamente, carecía de los mecanismos para decodificar la naturaleza de dicha fuerza. Pero algo en mí conectaba de un modo rotundo con ella. Estábamos en sintonía.

La desnudez del sujeto era, en sí misma, el primer impacto. La cantidad de piel expuesta colocaba esta imagen directamente en el terreno de lo prohibido. De adulto he renegado de los cuerpos musculados y aceitosos. Pero la cualidad vibrante del cuerpo de esta fotografía despertará para siempre en mí una fascinación auténtica e infantil. No digamos ya en ese primer momento de descubrimiento.

La katana, el pañuelo y los rasgos occidentales añadían, en mi ignorancia, dimensiones casi mitológicas al personaje. La tosca vellosidad del pecho, vientre y, sobre todo, del brazo, me inquietaban. Descubrían versiones lejanas de las costumbristas pelosidades de los papás del vecindario.

Traer de vuelta mis recuerdos de infancia en este blog hace que tomen una relevancia dramática. Pero, aunque me da vergüenza por lo cursi, no creo ir desencaminado si atribuyo a esta imagen de Mishima el inicio de mis pasos adolescentes hacia la madurez. No sólo alimentó mi homosexualidad sino que, además, destruyó definitivamente mi mundo de literatura infantil y juvenil.

Más tarde, de mayorcito, el fantasma de Mishima me ha guiado de una manera decisiva. Es otras de esas cosas que surgen en la parte psicoanalítica de este blog. La culpa no es de un papá que me quería poco o de una mamá que me quería mucho. La culpa es de un japonés tarado que deja una marca indeleble en mentes impresionables.

El fantasma de Mishima volverá a aparecer inevitablemente en este blog en este mes de noviembre. Pero hoy es un día idóneo para que saludéis a mi espectro favorito.
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