martes, 28 de diciembre de 2010

Viejos conocidos

Dios
Aparición estelar: Japoneses, ¿realidad o ficción?

Ya ni siquiera sé si es japonés, colombiano o de otro mundo. Sólo sé que soy todo suyo.


Premio de consolación
Aparición estelar: Premio de consolación
Ahora alguien tiene que consolarme a mí por haberle hecho un feo a semejante pedazo de macho.

martes, 21 de diciembre de 2010

Me lo como por los pies

Loco me tiene aquí el abuelo con ese pedazo de pie. Rotundo y poderoso a la vez que bello. Como de escultura. No sé quién es el fotógrafo ni qué efecto perseguía. Seguramente no era consciente de conseguir subrayar de tal forma la pierna del modelo. Se me antoja realmente que esa parte cobra independencia total del resto, tanta es la fuerza que transmite. En algún momento a medio muslo esa pierna se convierte en algo más. Un fetiche sexual de innegable poder que me despierta un deseo irrefrenable. 

La llamada del fetiche es inaplazable. Me lanzaría de cabeza a fundirme con ese pie. Dejar que ese curtido miembro abrase mi delicada piel. Meterme esos dedos redondeados en la boca y recorrerlos de mil modos.Me preocupa poco lo que haya más allá de ese pie. Así que si el fuego de mi combustión enciende la mecha no seré yo el que se eche para atrás. A veces la gente alucina de los tíos que me follo. Yo el primero, la verdad. Pero a veces la potencia de un estímulo es tanta que actúa de pantalla para todo lo demás.

Seguramente cuando tanto yo como el tipo este nos hayamos corrido lo miraré con otros ojos. Cuando deje de obsesionarme su pie, el conjunto no tendrá el aplomo de una escultura clásica. Ese bigotillo fascistoide me dará risa en vez del morbo del sumiso que busca un tirano sexual. 

O quizá no... A lo mejor caigo en mi propia trampa. En la ceguera del gueto. Este tío tiene un maravilloso par de cojones y un cuerpo estupendo recubierto de una pelambrera  muy sexy. Suficiente para pedir más de él. También tiene acceso a un yate. No olvidemos esta parte.

Lo peor: que nunca me encontraré en posición de saberlo. Nunca le chuparé el pie izquierdo y nunca me correré en su pecho. Así que soñar es bonito. Por eso quiero hacer perdurar mi sueño en esta entrada.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Italocerdo

A estas alturas no es raro que alguna foto tuya comprometida haya acabado donde no debe. Todos nos metimos en internet en su momento sin ser muy conscientes de hasta dónde podría llegar. Pero si actualmente te has convertido en elemento recurrente de los blogs de tíos cerdos es todo tu culpa. Eres un exhibicionista sin pudor alguno.

Lo mejor de estos famosos anónimos es que permiten inventarte un trasfondo que adorne el instinto primitivo que todos despiertan. Así  las pajas son más divertidas.

Hoy os traigo a... Italocerdo.


No se por qué, pero este hombre me evoca un aire italiano. Quizás es porque le sentaría de muerte una camiseta imperio llena de mugre, con lamparones de salsa boloñesa reseca. Pero al cabo de unas cuantos fotos descubrí que por lo menos su dominio de mail es francés.


Qué cosas tiene el acoso encubierto. De todos modos, para mí será Italocerdo hasta el final de sus días.

De más está hablar de la cara, tez curtida y pelos silvestres de Italocerdo. Ya lo véis. A mi, además, me fascina un elemento que siempre está presente en sus fotos: su reloj.


Este pedazo de peluco es un reloj de padre de familia. El que suele llevar también una cruz de Caravaca al cuello. De camionero de área de servicio que busca bocas tragonas. Descargar los cojones.

Pero además de su colección de relojes retro, Italocerdo tiene una colección importante de sofás y butacas. O por lo menos eso es lo que se desprende del hecho de que siempre salga recostado en uno diferente.


Como habéis podido ver, Italocerdo se caracteriza por adoptar básicamente una solo pose: sobacos al aire. Las únicas variaciones radican en el brazo que airea. Yo a un tío con esa cara, ese tono de piel y esos pelos silvestres no puedo más que atribuirle un intenso olor corporal que predispone al cerdeo. Si ya está sucio, no creo que le importe pringarse más.

Me dan unas ganas terribles de mearlo de la cabeza a los pies. Deleitarme en el efecto de los pelos húmedos y rellenarlo por todos los agujeros disponibles. Y mira que soy más de zapatos que de zapas.

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