domingo, 15 de agosto de 2010

El bosque

"El bosque" suele ser el modo en que la gente se refiere a una zona de cruising. Hay zonas muy céntricas, parques en mitad de avenidas incluso. Pero la mayoría de sexo furtivo se hace en sitios remotos, de acceso complicado y con muchos recovecos para esconderse.


Para mi éste es el modo de sexo más sórdido y cutre que hay. Buscar polla entre los matorrales. Peor aún: encontrarla y aparearte de la forma más animal posible. No hay ningún rastro de civilización en esto. No son lugares construidos para el sexo. No hay vestuarios ni duchas. Ni siquiera hay la pretensión social de ir a tomar una copa y acabar con una polla en la boca. Si vas al bosque es porque la determinación de follar con un hombre te tiene completamente poseído.

Quien me siga un poco ya habrá pillado que la idea me atrae más que me repele. Hay veces en que mi masoquismo es tan extremo que me impongo a mí mismo la humillación de ser usado del modo más sucio posible.


 "Ir al bosque" para mí es totalmente diferente a "follar en el coche". He follado mucho al aire libre, pero era debido a las circunstancias. Conoces a un tío, te mola, quieres follar y váis juntos a desahogaros donde buenamente se puede. Cuando vas al bosque te exhibes y estás dispuesto a correrte con el primero que te entre.

La parte de exhibición es otro poderoso punto a favor del cruising. Me gusta mucho que me miren. Sea en la situación que sea (de activo, de pasivo, en una mamada...). Sea con la intenciòn que sea (pedir permiso para unirse, pajearse desde la distancia...). Follar es un ejercicio de ego también y la sensación de triunfo en estos casos es casi embriagadora. Me siento el más hermoso y experto actor porno si un tipo se detiene a mirar mientras me follan, aunque el que me penetre sea un ogro y el que mire un trol del bosque.


Por si no hubiera suficientes alicientes, aún queda uno más. El que más morbo me da. Los tíos que buscan sexo furtivo suelen ser los más heteros de todos. Hetero entendido como armariado, claro. Nadie que necesite otro rabo para correrse puede llamarse hetero.

Entendedme: no me gustan los heteros. Pero ya sabéis la atracción brutal que siento hacia los casados. Los bosques están llenos de hombres que, si no están literalmente casados, sí están esposados a sus creencias, cultura, religión o situación social. Son hombres que ni pueden plantearse buscar sexo siguiendo algún código lo liturgia socialmente gay: ligar en un bar, pagar la entrada de una sauna, exhibirse en una web de contactos...

Sexo sucio, furtivo, prohibido, primario... ¡Qué bien que hace buen tiempo!

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2 comentarios:

  1. Lo entiendo perfectamente: durante años he exhibido mi juventud por la zona de cruising de mi vetusta ciudad, donde me había propuesto dejarme usar por cualquiera que me desease, sin importar físico, edad ni modales o aspecto. Nada me excitaba más que la humillación de notar como el viejo al que se la estaba chupando llamaba o avisaba a otro, para que le turnase; impidiendome elegir que polla entraba en mi boca.

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  2. Pues espero que sigas con ello durante otros muchos años, Anónimo! El detalle de que se llamen entre ellos me ha despertado buenos recuerdos, también ;) Un abrazo!

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