lunes, 23 de agosto de 2010

Correo de los lectores: "Me vuelve a suceder"

Hoy presentamos a otro lector que se atreve a participara en este blog. Me hace mucha ilusión que a la gente le guste tanto que se anime a contribuir. Si los comentarios siempre me alegran el día, imaginaos lo que es recibir este relato.

Muchas gracias a este par de manchegos, por el buen rollo y la contribución.


Me vuelve a suceder. Parece increíble; más bien diría que es ridículo, pero no puedo evitarlo. Hace ya cinco largos años que mi pareja y yo, tras una larga, densa y profunda conversación decidimos que ambos deseábamos tener sexo con un tercero de vez en cuando. Fue un pacto de pareja donde marcamos unos límites y establecimos unas normas inviolables.

Cinco largos años llenos de muchas experiencias, la mayoría de ellas positivas y que no han hecho sino reforzar nuestra unión en contra de lo que en un principio pudiera parecer.

Cinco años y sin embargo me vuelve a suceder: cada vez que se va a producir un encuentro con un tercero, generalmente un desconocido al que hemos contactado por internet, aparecen los nervios, mi timidez se dispara a límites patológicos, el corazón se dispara y un molesto rubor facial me delata.

La megafonía del aeropuerto anuncia que el vuelo procedente de Barcelona acaba de aterrizar, ya sólo quedan unos minutos para el encuentro con nuestro contacto y siento que las piernas no me sostienen.  Mi pareja es más comedido, también está nervioso, expectante; pero sabe cómo controlar la situación. 

Se abren las puertas corredizas y allí está. Como casi siempre ocurre es irreconocible, bastante distinto de la imagen que nos hemos podido hacer de él basándonos en las fotos que hemos intercambiado. Suponemos que también para él será igual, que tal vez somos muy distintos a la imagen preconcebida.

Un saludo rápido, cuatro palabras de cortesía y le invitamos a subir al coche e ir a casa a descansar y asearse un poco. El trayecto es corto, las miradas de reojo inevitables, la conversación insustancial.

Llegamos a casa y dice que le apetece tomar una ducha rápida, le acompaño hasta el baño para indicarle el funcionamiento y donde están las toallas. Mientras le indico donde dejar sus cosas personales de aseo  me abraza por detrás, sus manos agarran mi pecho, noto su sexo erecto sobre mis nalgas. Me dice en un susurro: ¡La tengo así de dura desde que te vi! Creo que el corazón me va a estallar, acaricio su pene sobre el pantalón, lo noto duro, cálido, húmedo. Me besa el cuello, me giro lentamente y nuestras lenguas se entrelazan en un nudo mágico y sensual.

Ese indescriptible olor a sexo y sensualidad invade nuestros cuerpos. Le dejo solo para que tome su ducha, regreso al salón donde mi pareja espera. Le cuento lo ocurrido, decidimos pasar al dormitorio.

Nos desnudamos y empezamos a acariciarnos, nuestros sexos reaccionan rápidamente. Es excitante comenzar a hacer el amor con tu pareja sabiendo que alguien muy cerca se está preparando para unirse.

No tarda en llegar hasta nosotros, desnudo, cubierto solamente por una toalla que apenas le cubre y que no puede disimular una tremenda erección. Le invitamos a incorporarse. Se arranca la toalla y nos muestra su cuerpo. 

Es el cuerpo de un hombre maduro, proporcionado, armónico, anguloso. Con las huellas que el paso de los años ha ido moldeando sobre él. Nos encantan este tipo de físicos. 

Su pene no es muy largo, pero sí ancho con un glande bien definido, un tallo de venas marcadas. Sus testículos caen armónicamente dentro de un escroto rugoso y proporcionado.

Introduzco mi mano bajo sus testículos, la punta de mis dedos acarician su perineo. Percibo la proximidad de su ano cerca. Introduzco su glande en mi boca. Mis labios se cierran sobre la  corona mientras mi lengua juega con su orificio uretral. Percibo el sabor de su fluido preseminal, el calor de su sexo.

Mi pareja y yo nos abrimos dejándole el lado central de la cama, mientras mi chico comienza a jugar con sus pezones mis labios recorren su pene; me concentro en sus testículos; percibo que eso le produce un especial placer y consigo introducirlos en mi boca. Suavemente mi lengua da giros lentos, se estremece.
Bajo después por su rafe hasta alcanzar su ano. Es un ano definido, carnoso. Comienzo con pequeños besos que pronto dan paso a suaves mordiscos. 

Cambiamos de postura, él se coloca a cuatro patas sobre el pecho de mi pareja ofreciéndole su pene; yo detrás continúo jugando con su ano; ahora más marcado y dilatado que antes. Mi lengua recorre su contorno, se va abriendo paso hacia su interior. Gime de placer  pide parar pues no quiere correrse todavía.

Descansamos un ratito, los tres tumbados boca arriba en la cama disfrutando del momento vivido. De pronto se incorpora y comienza a comerse mi polla. Lo hace con delicadeza, parando en aquellas zonas donde percibe que más placer me produce. Mi chico es ahora el que está comiéndose su ano.

Conozco bien a mi pareja y sé que es  capaz de provocarte un orgasmo jugando con su lengua en esta zona. Es un maestro. 

Desde mi posición veo como una gota de sudor nace de su frente, se desliza por su nariz y cae sobre esos labios carnosos que me están comiendo la polla de forma magistral. Casi me corro. Hace calor, gotas de sudor recorren nuestros cuerpos. Estamos tremendamente excitados.


Me tumbo atravesado en la cama, él se coloca de rodillas sobre mí de forma que su pene queda a la altura de mi boca. Desde esa postura puedo ver su ano dilatado y preparado para ser penetrado.

Mi chico apoya suavemente su glande sobre él, noto como tiembla, como se convulsiona. Introduzco su pene en mi boca mientras mi pareja comienza a penetrarlo suavemente, poco a poco, siguiendo su ritmo. Pronto el enorme pene está dentro. Comienzan los movimientos acompasados, el miembro color canela de mi chico casi sale por completo para volver a entrar hasta el fondo. 

Por mi parte cierro mi boca para ofrecer a nuestro amigo un contacto total. Su capullo golpea mi garganta, con mi lengua aprisiono su pene.

Se inclina y consigue llegar con su boca hasta mi sexo, por un momento perdemos toda noción del tiempo y del espacio. El orgasmo triple es casi simultáneo.

Caemos rendidos sobre la cama, hace calor y gotas de sudor recorren nuestros cuerpos. Sudor mezclado con semen. La habitación está impregnada de ese maravilloso aroma a sexo entre tíos.

Cuando conseguimos recobrar el aliento nuestro invitado me da un profundo beso en la boca y me pregunta con una inolvidable sonrisa: ¿qué, ya se te pasaron los nervios; porque cuando veníamos hacia vuestra casa temí que te fuera a dar un infarto de lo rojo qué estabas?

Comenzamos a reír. Los tres sabemos que este es el inicio de una larga amistad a pesar de la distancia. Mi pareja y yo también sabemos que la próxima vez que tengamos una cita con otro desconocido me volverá a suceder.

4 comentarios:

  1. Me parece un texto precioso, excitante a la par que exquisito.
    Da gusto leer relatos tan bien escritos.

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  2. Muchas gracias por tu comentario bandidoso.
    Un besote desde tierras manchegas hasta donde quieras que estés.

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  3. Pues a lo mejor no estamos tan lejos. Yo, aunque vivo en la provincia de Valencia, estoy muy cerca de Almansa.

    Un besote para vosotros también.

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  4. ¡Pues vaya! Al final no seré yo el que acabe encontrado plan gracias a este blog ;)

    Me alegro que os gusten este tipo de colaboraciones. Si algo quiere participar, mi dirección de mail está en la parte derecha del blog!

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