lunes, 1 de noviembre de 2010

Mishima: mi espectro favorito

La fascinación que siento por Yukio Mishima ha ido en aumento a lo largo del tiempo. Según iba recogiendo nuevos datos biográficos. Con cada libro suyo que leía o releía. Cada vez que descubría en mi propia vida un eco de la de este hombre trágico y grandioso.

En mi preadolescencia de niño debilucho y empollón pasaba ratos muertos hojeando la enciclopedia de casa. Es otra confesión al estilo de las de este blog. No me atrevo a comentar en una reunión social que me gusta que me follen. Tampoco a contar que pasaba tardes enteras bajo la mesa del comedor leyendo una Larousse a color. Bendito anonimato de la red.

Ese libro fue una puerta al mundo exterior. Un entrañable sendero complicado y pedregoso que en nada se parece a las autopistas de la información de hoy. Se nota que me hago mayor porque convierto viejos recuerdos en historias de Michael Ende. El caso es que en esas páginas obtuve rotundos mazazos de realidad. Por ejemplo: la ilustración de “Anatomía” era una foto en blanco y negro de un culturista completamente desnudo. Del mismo modo, la entrada “Yukio Mishima” estaba ilustrada con esta misma fotografía:


Mi mente infantil se cortocircuitó ante la energía que desprende la imagen. Obviamente, carecía de los mecanismos para decodificar la naturaleza de dicha fuerza. Pero algo en mí conectaba de un modo rotundo con ella. Estábamos en sintonía.

La desnudez del sujeto era, en sí misma, el primer impacto. La cantidad de piel expuesta colocaba esta imagen directamente en el terreno de lo prohibido. De adulto he renegado de los cuerpos musculados y aceitosos. Pero la cualidad vibrante del cuerpo de esta fotografía despertará para siempre en mí una fascinación auténtica e infantil. No digamos ya en ese primer momento de descubrimiento.

La katana, el pañuelo y los rasgos occidentales añadían, en mi ignorancia, dimensiones casi mitológicas al personaje. La tosca vellosidad del pecho, vientre y, sobre todo, del brazo, me inquietaban. Descubrían versiones lejanas de las costumbristas pelosidades de los papás del vecindario.

Traer de vuelta mis recuerdos de infancia en este blog hace que tomen una relevancia dramática. Pero, aunque me da vergüenza por lo cursi, no creo ir desencaminado si atribuyo a esta imagen de Mishima el inicio de mis pasos adolescentes hacia la madurez. No sólo alimentó mi homosexualidad sino que, además, destruyó definitivamente mi mundo de literatura infantil y juvenil.

Más tarde, de mayorcito, el fantasma de Mishima me ha guiado de una manera decisiva. Es otras de esas cosas que surgen en la parte psicoanalítica de este blog. La culpa no es de un papá que me quería poco o de una mamá que me quería mucho. La culpa es de un japonés tarado que deja una marca indeleble en mentes impresionables.

El fantasma de Mishima volverá a aparecer inevitablemente en este blog en este mes de noviembre. Pero hoy es un día idóneo para que saludéis a mi espectro favorito.

3 comentarios:

  1. Veo que no fui el único que, en su preadolescencia, hizo de las enciclopedias domésticas su particular sendero de descubrimientos carnales...
    ¿Eso será lo de 'leer entre líneas'?

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  2. Yo leía a escondidas un libraco que se llamaba "Enciclopedia Sexual" y que incluía la homosexualidad dentro del apartado "Perversiones Sexuales", algo que contemplaba por entonces tan pancho; pues lo que realmente me interesaba era una foto de Sean Connery, en una escena de Bond, en la que aparecía con pantaloncillo corto y una rubia insulsa apoyaba una de sus manos en el muslamen del espía. Hum...

    Y fíjate qué casualidad, que también aparecía una imagen en blanco y negro de un oriental en slip, de lado, marcando culo, con el cuerpo sucio y con franjas de pintura. ¡Cómo me ponía el japo! Y eso que los japos no son santo de mi devoción.

    Encantado de conocer a tu Mishima, aunque yo ya estoy echando de menos a tu Goyo, jo...

    Un beso

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  3. @Hairy: realmente de entre líneas poco, eh? Siempre he sido poco dado a las sutilezas y me han fascinado los mazazos sensoriales. Posiblemente esta foto fuera de los primeros...

    @Conrado: perversión sexual? Pues, claro... ¿no? :P Cómo si no podríamos poner a Sir Connery y un señor asiático en el mismo saco de vicio y perversión? Ya te dije que Goyo dejó el listón alto... pero ya va siendo hora que os introduzca a un nuevo personaje de mi vida, que llevo un año con el mismo, con la tontería.

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