lunes, 25 de abril de 2011

Bearcelona

Semana Santa es sinónimo de Bearcelona, la convención internacional de osos y alrededores. Del mismo modo que el puente del Pilar es para Guadalkibear y el puente de la Constitución es para Madbear, todo el mundo sabe que en Pascua hay que ir a Barcelona a quitarse la camiseta. Aprovechando el repunte lujurioso de la primavera y el hecho de que el lunes es festivo en la ciudad, un montón de gente se congrega en una exaltación del pelo y la grasa.

Ya expliqué resumidamente mi acercamiento al mundo osuno a través de internet. Me fascina cómo ha ido evolucionando la movida bear, hasta el punto en que en el macroevento mariclubber del momento tiene una parte dedicada a los osos.

Al principio yo era bastante escéptico con este tipo de KDD. Porque al principio eran eso: KeDaDas. O sea, la gente de una misma ciudad que se conocían virtualmente acababan quedando en masa por aquello de estrechar los lazos.Yo era joven e irreflexivo, así que increpaba a mis cyberosos sobre lo grosero de montar orgías públicas con tanta desfachatez. Nos enzarzábamos, así, en discusiones flamígeras donde ellos defendían los valores osunos (fraternidad, buenrollismo, diversión...) y yo pretendía desenmascarar su vicio (bearvoyeurismo, bearbollerismo...).

Posiblemente ése era el problema: el bearcentrismo. Estamos hablando de hace más de 10 años. En aquél entonces yo era un efebo delgado que rozaba apenas la veintena. Lo que se viene a llamar un chaser, habida cuenta de que me molaban tiparracos enormes y llenos de pelo que la mayoria de veces me doblaban la edad. El mundo, y concretamente el mundo bear, puede ser muy cruel. Y excluyente. Así que una reunión de osos no era precisamente el ambiente más amable que podía imaginar. Que me dijeran que era una cosa de hermanamiento y fraternidad, por tanto, me daba la risa floja. Y cierto odio fruto de la envidia de no tener ni las carnes ni los pelos para formar parte de la pandilla. Pero, al mismo, tiempo, tampoco iba tan desencaminado si, precisamente, lo de sentirse bienvenido en la fiesta era una cuestión de físico.

Como siempre, la verdad se encuentra en un punto medio. POR SUPUESTO que el sexo está omnipresente en una reunión de homosexuales que comparten los mismos gustos. Y POR SUPUESTO que uno puede asistir a absolutamente todas las fiestas del evento y salir virgen. Sí, una de ellas se desarrolla en una sauna gay. Pero, ¿acaso no hemos salido todos alguna vez de una saun gay sin haber consumado? Pues eso.

Sea por lo que sea, lo cierto es que las primeras reuniones fueron un éxito. Obviando cualquier chiste barato, lo cierto es que los asistentes pronto desbordaron los consabidos locales bear de la ciudad. O sea, el par o tres que había. Así que el evento pronto tuvo que ir buscando otras localizaciones fuera del gueto y crecer a lo bestia. Algún día alguien escribirá sus memorias sobre esos años y narrará las guerras de poder interinas. 

La eclosión de Bearcelona me pilló ya desenganchado del mundo oso. Aun así el evento me perseguía y seguía consciente de su presencia año tras año. Así que tengo mi propia perspectiva de cómo el evento se fue abriendo a cada vez más público y haciéndose cada vez más visible. Incluso hubo un año en el que llenaron el Eixample de banderolas publicitarias.

Ahora caigo en que Bearcelona-evento ha fagocitado totalmente a Bearcelona-organización. Recuerdo con nostalgia esos tiempos en los que me colaba en la página web de la organización furtivamente para ver las fotos de los integrantes del grupo y leer su lista de correo. Ahora en esa misma web no hay ni rastro de personas, sólo de eventos. ¿Hasta qué punto están los unos detrás de lo otro?
Siendo Bearcelona lo que es ahora, un evento con miles de personas congregadas en una gran ciudad, está claro que el factor orgía es mucho más accesorio que antes. Ahora de verdad hay gente que va ahí a pasárselo bien sin quitarse la ropa. Aunque las camisetas vuelan a la mínima. Eso es parte de la iconografía del evento. 

Entonces.. si ahora Bearcelona es realmente una fiesta abierta, aunque sea por motivos de pura estadística demográfica, ¿por qué sigo teniendo problemas con ello? Once ediciones y sigo sin haber pisado una sola de sus fiestas. Y eso que ahora he ganado carne suficiente como para encender a más de uno y de dos osobollos. Pues ni idea. Supongo que porque la idea misma de aglomeración me causa pereza. Y que las fiestas osas se diferencian poco ya del rollo clubber de lo que en mis tiempos llamábamos musculocas.

Sí, queridos lectores. Soy como la gata Flora. Pero estábais avisados: tengo un blog.

2 comentarios:

  1. A mi lo que me llama la atención es que la teoría del "polos opuestos se atraen" hace ya tiempo que se fue al traste en el mundo homo.

    Ahora resulta que todo biotipo tiene su grupo, subgrupo, evento y fiesta reconocible, específica y, lo más importante... excluyente, bien excluyente del resto: cero apertura, cero diversidad... y cero integración.

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  2. Pues a ver si empieza la liberación maduri, que esto de ir a cazar mayores es un coñazo. Se montan unos locales que son de un deprimente que pa qué. La sauna Bruc por ejemplo.

    Con un poco de suerte, los osos y las Circuits de hoy serán las IMSERSO de mañana... y entonces... ay entonces!

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