Es difícil mirar a este hombre a los ojos.
La camisa abierta con la corbata colgando es una trampa mortal para mi.
Ese pezón casi me arranca lágrimas de lo bonito que es.
La barriga la pasas rápido porque es inevitable irte directo a la polla. Luego vuelves a subir la mirada y la disfrutas en su justa medida.
A estas alturas ya hay sobredosis: es imperdonable no fijarse en esa mano. Es elegante, no ruda. Me excito de ese modo en que me excitan los ejecutivos y los profesores. Algo refinado y muy muy sutil.
Sutil como lo aflojado del cinturón. Es un detalle, pero se me ocurren miles de ideas relacionadas. Desde quién ha desatado esa prenda hasta imaginarlo flagelando mis nalgas.
Vale. Será mejor mirar a la cara de este hombre antes de seguir enloqueciendo: calvito, canoso, bigote... Dios, estoy en un buen lío.
¿Verdad que parece un profesor? Al verlo, de repente, me siento como cuando iba al despacho del profe a reclamarle nota. A alguno de ellos le habría puesto el culo para que me subieran cuatro décimas. Una excusa como cualquiera para provocar que me follaran.
Pero Internet a veces destruye tus fantasías. Bueno, las modifica. Las hace más reales. Días después de encontrar la foto de este profe di con otra. Creo que con este hombre el que debería sudar sería yo:
Lo haría encantado: no sólo resulta que también tiene el otro pezón hermosísimo. Además, aguanta con la polla dura mientras te lo follas. Maravilloso.
Y otra cosa: ¿quién no desearía ser el causante de esa carita de placer?
.