viernes, 21 de marzo de 2014

Puse mi barba a remojar

Los años sabáticos tiene un algo de locura fruto del aburrimiento. Debe ser la sensación de libertad mal entendia la que lleva a romper esquemas y probar cosas nuevas. Supongo que si no necesitaras este tipo de rupturas no te tomarías un año sabático, para empezar.

Vamos, que me he dejado barba.

Y estoy follando como nunca.

Juraría, porque me lo han dicho, que lo segundo va íntimamente ligado a lo primero. Aunque me niego a atribuir el incremente exponencial de mis polvos al simple hecho de dejarme crecer pelo. También tendrá que ver la locura y la deshinibición que mencionaba antes. Me temo que ya es tarde para lanzar encuestas al respecto.

Me he convertido en aquello que buscaba a los 18 años: un tipo rozando los cuarenta, con vello a la vista y unas cuantas canas para aderezar. Con piso propio para poder follar. Y una personalidad arrolladora y una sonrisa encantadora y una inteligencia privilegiada y una cuenta corriente abultada y un bulto que nunca falla. Grosso modo.

Lejos del trauma, he abrazado con entusiasmo esta nueva etapa. Literalmente.

El punto de inflexión fue una conversación con un chiquillo en un bar. Él, uno de estos especímenes de veinteañeros que inexplicablemente despliegan una cantidad de pelo y tatuajes impensable en los universitarios de mi época. Son como osos en miniatura, pero sin ser siquiera osos.

Quizá no era exactamente así, pero nos hacemos una idea.

La conversación, en la barra de un bar de ambiente de la ciudad:

Él: Hola, siempre me han gustado mucho los tíos como tú.
Yo: Ah... ¿y cómo soy yo?
Él: Así... maduro, con canas. Interesante...
Yo: Ah...

Debo confesar que siguieron cinco segundos de shock. Es más, me di la vuelta y llamé al camarero  para pedirle otra cerveza. Las páginas de este blog son testigo de que no tengo ningún problema con la palabra "maduro". Al contrario. Pero nunca vi venir el día en que me la aplicarían a mí. Y menos con semejante desparpajo y rotundidad.

Claro que luego caí en la cuenta de que el chaval estaba haciendo una declaración de intenciones en positivo. No estaba muy seguro de cómo se traducía en la práctica lo de que me encontrara "interesante", pero decidí retomar la conversación para ver lo que era.

Por si os encontráis en una situación parecida, os aviso: "interesante" era chupármela hasta el final en el baño del bar y venirse a casa para dejarse penetrar por otros sitios más antes de la hora del desayuno.

Y muy bien. Cerrar ciclos sienta estupendamente. Ya veis que hasta me paso por aquí de nuevo.

Estoy cayendo que ahora que soy capaz de excitarme con esta nueva hornada de cachorros peluditos no es que folle más por tener barba. Es que hay el doble de tíos follables a mi alrededor...

 

6 comentarios:

  1. Ay, ¿pero qué es lo que estoy leyendo? Este no eres tú. Te han hackeado la cuenta y alguien se está haciendo pasar por ti: alguien maduro en busca de carne fresca.

    ¡Ay!

    ¡Ay!

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    1. No me han hackeado nada... sólo que hace tiempo que no escribía y estoy en una edad muy mala ;)

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  2. Me parecio buenisima tu nota. Una forma de narrar lo sucedido con un humor increible. Te escribe un hombre, profesional y casado que vive en Miami.

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    1. Pues muchas gracias! Espero verte por aquí a menudo ;)

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  3. No sabes lo identificado que me siento con el último párrafo de tu post:

    "Estoy cayendo que ahora que soy capaz de excitarme con esta nueva hornada de cachorros peluditos no es que folle más por tener barba. Es que hay el doble de tíos follables a mi alrededor..."

    Hace unos años ni por asomo hubiera creido que cada vez me molarían más los chavales jóvenes con barba.

    Un saludo.

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  4. Que bueno todo lo que pones!
    (Si se es demasiado peludo, por detrás, se dificulta la penetración o resulta incómodo para algunos????)

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