sábado, 27 de febrero de 2010

Ejecutivo agresivo

Por mucho que me gusten los hombres brutos, básicos y de comportamiento primitivo lo mío son los caballeros. Un capataz de obra o un sargento chusquero son formas poco refinadas de autoridad que funcionan en momentos determinados. No siempre apetecen. Pero la calmada refinación de un hombre de negocios me subyuga desde que me levanto hasta que me acuesto. Norma Duval y yo no somos tan diferentes, al fin y al cabo.

Prefiero el hombre en traje y corbata al militar o el obrero. Las corbatas a los petos de trabajo. Los zapatos relucientes a las botas tochas. Los calcetines negros a los calcetos curraos.

A fin de cuentas tanto unos como otros acaban desnudos, haciendo las mismas cosas más o menos. Sudando y gruñendo como cerdos. Con la polla metida en algún caliente recoveco de un cuerpo prestado. O a cuatro patas con el recto removido a golpe de cadera.

Esta depravación en sí ya me mola. Pero me interesa mucho más si la cosa empieza más atrás. Cuando se pervierte la imagen seria y responsable de un hombre cabal. Que un tío sucio y bruto te pida cosas sucias y brutas como que le metas el puño o te tragues sus lapos entra dentro de su estereotipo. Pero que un refinado caballero quiera rociarte de arriba abajo con su meada es una transgresión fantástica.

Craneo perfecto, traje inmaculado, pose elegantísima, polla fuera.


De nuevo aparece en este blog el rollo freudiano: me gusta el hombre en traje; que es mi padre, que es mi profesor, que es el señor del banco, que es el que manda en el mundo. Me excitan las corbatas; que son falos de tela. Por tanto, busco pollas enormes, que se enrosquen, que me deslumbren con sus colores como si fuera un animal de la selva en rito de apareamiento.

La culminación de mi fetichismo con los trajes: camisa abierta mostrando un torso peludo y la corbata colgando. La mamada es inevitable.


Es curioso, porque incluso el tío más rematadamente bestiajo ofrece una estampa impresionante en traje y corbata. No tolero el disfraz a la inversa y me río con los chicos buenos que se ponen una gorra de cuero y piensan que son malos. Pero me pongo como una moto con los chicos malos que juegan a ser buenos.

 Lo de los pezones también sería imposible de aguantar.


Lo peor del caso: que sólo una vez en la vida he encontrado un hombre con traje y corbata dispuesto a complacerme el fetichismo. Triste, ¿verdad?


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5 comentarios:

  1. me encantan tus posts. a mi tambien me vuelven locos los maduros. y los hombres en traje la verdad que me ponen a mil. es hermoso ver a un hombre en traje e imaginar el cuerpo q tienen debajo. y definitivamente concuerdo en el fetiche de la camisa abierta y la corbata colgando, los pantalones en los tobillos, me excita mas de esa forma que totalmente desnudo.

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  2. ¡Gracias! Es que un hombre desnudo es un hombre desnudo (nada más, pero tampoco nada menos!!!). Pero si nos dan cosas con las que jugar con la mente resulta muuuuuuucho mejor ;)

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  3. Hola!
    Indicarte que tu blog es realmente escolfriante para el pensamiento.
    La imaginación desde las antípodas destaca en el mundo, como no podia ser menos, la imaginacion hay que llevarla al sexo, a los fetiches y todo ellos ligado al placer.
    Los chicos malotes son una pega de quita y pon para dar placer, pero un caballero... que pensar de un caballero? Serio, maduro, culto, interesante y polifacetico.
    Un hombre trajeado, para mi, es el culmen a los gustos y al buen tratar.
    Como bien dices, un hombre con traje y corbata, al fin y al cabo es un hombre, pero se le pueden pedir muchas cosas a ese hombre!!
    Por su puesto, he de comentar que tus comentarios a las fotos son como mi mente los imagina, vuelan y recorren cada parte de mi esperando a ser tranquilizadas por algún cabellero.
    Hasta el dia de hoy, solo un hombre he encontrado dispuesto a seducirme en traje y corbata... me consuelo por tener 23 años y quedarme un largo camino por recorrer.
    La pluma y los feminismo, ni que decir tengo que los dejo a un lado, ya que la cabellerosidad y las masculinidad... no tienen rival.
    Saludos y a disfrutar.

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  4. "Yo iba y venía pensando ser rebelde y lo más alejado a un hombre de traje y corbata. Soñaba con un amante de lo informal, vistiendo jeans o sport, pero a la moda casual según mi adolescente opinión.
    Cuando esa noche, lo ví con su traje bien cortado, la camisa de marca fina y ese nudo grande en la corbata, supe de inmediato que ese hombre maduro de aspecto tradicional se iba a llevar mi rebeldía a su cama.
    Desde entonces, cuando un hombre elegante me atrae, no dejo de alabar su corbata: tocarla o arreglarle el nudo luego, es mi más jugada carta de presentación. Ese erótico tironcito casi siempre funciona."(c)

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