sábado, 30 de enero de 2010

El mito del jovencito ultra pasivo

Vale la pena tener un blog anónimo para poder poner decir algo así a bocajarro: me gusta que me follen. Me vuelve loco que me metan una polla por el culo. O dos.

Por eso me pasé hasta los 20 años poniendo el culo exclusivamente. No me arrepiento, porque lo pasé de putísima madre y disfruté muchísimo. Pero ahora me doy cuenta de que dedicarse a ser pasivo siempre es como comer sólo helados de chocolate. Si no te gustan los demás sabores, vale. Pero por lo menos hay que probar los de limón antes de descartarlos para siempre.

Los jóvenes tendemos a quedarnos en el helado de chocolate por varios motivos. Por supuesto que la escandalosa proporción de pasivos respecto a activos, en general y sin entender de edades, tiene mucho que ver. Pero también lo que he dicho ya en otras entradas: cuando buscas tus primeros machos über masculinos lo más fácil es dejarte llevar por las convenciones sociales y la inexperiencia.

Un clásico: jovencito lampiño ofreciendo su ojete dispuesto a varón de panza peluda.

Y un über macho es activo. Siempre. Poner el culo es de afeminados. Esto es válido en todo el amplio espectro de virilidad: desde los tíos que son tan tan hombres que travisten a sus amantes masculinos y llaman al ano “chochito” hasta los tíos normales que simplemente no se ven abriendo el esfínter para dejar paso a lo que tenga que venir.

También está lo que dije en mi anterior entrada: es normal que siendo inexperto se ceda el rol activo a quien sabe manejar la situación. Algo que en el fondo me ha parecido paradójico porque tiene más complicación saber dilatar satisfactoriamente que mantener una erección.

De hecho lo de los hombres dominantes es aún más curioso. Los hay que prefieren renunciar al sexo anal porque es evidente que prefieren el rol pasivo. Pero, metidos en sesiones SM, antes muertos que ser follados. Con lo obvio que resulta usar el pene del sumiso como un instrumento de placer…

Osaco con pinta de cerdo martirizando el ojal de un chavalín indefenso.

Por eso poco a poco mi concepto fue cambiando. Normal, si me enfrenté a situaciones delirantes como tipos que me rechazaban porque su concepto de sexo era únicamente penetrar chicos más bajos que ellos. Si eso no es renunciar al sexo por un complejo que venga Dios y lo vea.

Con 20 años descubrí que me gusta follar. Mucho. He desarrollado un fetichismo extraído claramente de las pelis porno: me encanta mirar cómo mi polla entra y sale del culo de un tío.

Por fin, la vuelta de tuerca: efebo de pubis rasurado sodomizando a un bestiajo peludo. ¿Quién lo iba a decir?

Entre los maduros pasivos he conocido muchos tipos diferentes. No puedo negar que muchos hombres mayores mantienen la mentalidad de siempre y muestran su lado más femenino cuando son follados por un joven potente. Tampoco puedo negar que eso me encanta.

Pero lo mejor, el momento en que llegué a disfrutar del sexo del modo más intenso, fue cuando empecé a conocer a tíos versátiles de verdad. Hombres con los que no hay que preocuparse de tener ésta o ésa actitud porque ahora te toca tragar polla y al minuto siguiente estás clavando la tuya hasta el fondo. Me excita esto en una sesión de sexo: que no haya un guión ya escrito de lo que va a pasar. Jugar, descubrir y que salte la sorpresa.

Por delante y por detrás. ¡Éste es mi papi!


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domingo, 24 de enero de 2010

Sumiso se nace

Los ambientes bear y leather/SM son bastante complementarios. De un tipo viril se suele esperar una fuerte presencia física también. Era bastante inevitable que, teniendo ya los dos pies en el primero, acabara tonteando con el segundo.

La cosa quedó sólo en un tonteo porque parece que mi concepto personal de la dominación/sumisión es demasiado simple y natural para el modo en que la gente ornamenta el tema.

Por un lado están los esteticistas. Gente a la que le pone a mil la sola visión de un arnés. El poder visual del cuero es innegable. Cada uno vive sus filias como quiere. Pero para mí alguien VESTIDO DE cuero no es alguien dominante. O sumiso, para el caso. Yo simplemente no puedo seguirle el juego a alguien disfrazado. Prefiero que haya cuero y no haya siquiera actitud de dominación.

¿Quién les ha dicho que la gorra esa es morbosa? ¿Puede ser el chaleco más barato? ¡Pero si los cristalitos de los brazalates tienen brillitos como los de Paris Hilton!
Luego están los que montan el espectáculo. Hay de todo. Desde tipos que se ponen a mil insultándote por el chat sin intención alguna de quedar hasta los que disponen de caros efectos especiales. En este caso tampoco diré que es una opción mala o que ni siquiera me guste. Pero yo lo vivo con mucha más implicación y estas sesiones me parecen demasiado artificiosas. De puertas para fuera. Y para mí la sumisión va por dentro.

Cirque du Soleil presenta su nuevo espectáculo
De nuevo bordeo el tema freudiano en este blog. Pero no puedo escapar. Si te gusta una figura sospechosamente paterna es lo que hay. Cuando eres adolescente y estás poco follado de un modo evidente la situación misma lleva a que el experimentado lleve la voz cantante. Chupa aquí. Ponte así. Ábrete. Ciérrate. No te corras aún. Trágate esto. Por eso los jovencitos tienen tan mala fama: confunden pasivo e inexperto con mueble. Pero eso nos pasa a todos hasta que aprendemos.

¿Alguien necesita ALGO MÁS para hacer todo todito lo que diga este hombre?
Hay quienes, como yo, estamos especialmente cómodos en este abandono a la voluntad del macho. Para eso hay que estar hecho de cierta pasta especial. Yo me siento cómodo con las normas, las jerarquías y las cosas categorizadas y definidas de este mundo racional en el que vivimos. Soy un buen chico, obediente y educado. Disfruto haciendo favores, incluso más si me cuestan un esfuerzo especial. Vivo el sexo igual que vivo todo lo demás. Por supuesto que lo separo: no hay nada erótico en subirle las bolsas de la compra a la viejecita del tercero. Pero mi principio mental es el mismo que cuando le lustro las botas con la lengua a un hombre que me estará penetrando en diez minutos.

Ah, y también es el mismo cuando follo con alguien al que no le gusta el SM. Si veo que le gusta mimoso y tierno, lo lleno de besos y caricias. Complacer, para mí, es eso.

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